21 de diciembre de 2012

LA PESTE


                                             

                                                           A Batato Barea, tres veces maldito.

LA PESTE UNO

Una violenta pasión por las estrellas,
me hizo ser parte del cielo.
Atropellado desatino, alumbramiento ciego.
Sin esperanzas, cultivo lo que no alcanza.
Anticipo males, soy el mal.
Bestia sumergida, tragándose por sed,
las aguas de un río que no bebe.
Cuando la vida nace, fabrica ella misma su cadáver.
Entre los cráteres, no habrá huellas, ni caminos.
Sólo elevaciones. Alturas iluminadas.
Atmósfera donde el mendigo falta a la partida.
Ebrio futuro,
su esencia ignora el accidente.
Bebí de todas las aguas contaminadas,
me tragué la luna,
el ritmo de las constelaciones.
Conocí la asfixia de ese oleaje,
balbuceo del azar, lenguaje sin pulso.
Un día, llegó un pintor,
y me regaló su primer dibujo,
era un viejo caballo, que había pertenecido
a un antiguo rey de Afganistán.
Lo puse frente a mí,
y pasé la vida mirando aquel caballo.
Con el tiempo, fue parte de mis venas,
Sangre de mi sangre.
Con él, aprendí a desaparecer.
Con él, no me alcanzó la peste
                  
                    
LA PESTE DOS


Violé los accidentes,
campanadas de cristal,
siglos de una luz postrada.
Terminales regocijos
esquivando la muerte.
Uvas y chocolate,
Chocolates y uvas.
Repitiente atracción por lo prohibido,
me hizo familiar los destinos de la peste.
Escándalos para el alma,
dobleces literarios
impidiendo editar las pesadillas.
No fue posible morir.
Entre las letras,
la vida no fue la vida.
Una mujer o un hombre,
un postrado escritor,
un hada sin varita,
un mago sin galera,
un sabio mudo.
Subversión de un mundo
que no conoció lo humano.
Selva,
           cueva,
                      escondite.
Sitios donde la peste jamás entró.
Un mundo inhumano
atacado por otros males.

                  

LA PESTE TRES

Punto máximo de una barca
que flota en mi boca.
Insomnio dormitando
frente a una mente débil.
Caramelo instantáneo.
Libélula gigante
volando en mi barca.
Te estrellas en las paredes
como si fuese el aire.
El simulacro debe continuar.
Artistas respirando,
música,
             gestos,
                         valles,
                                    cuevas,
horizontes impregnados de sol.
Setecientas ochenta y seis estrategias,
están evitando nuestro contagio.
Finjo haber llegado, conocer la guarida.
En esta escena,
Superman es un cowboy aburrido.
Avancemos mi amor,
sopas,
          mareas,
                       sueños,
                                    jugos naturales,
entre mis hojas en blanco.
Yo,
Vivo por que brilla tu diamante loco,
a lo lejos claro, excéntrico.
Sesgo de otra vida.
Antes.
Ven, busquemos un ángulo de la pieza,
esta noche, no vendrá la enfermedad.

LUCIA SERRANO (del libro “BLUES PARA LA CORONA”) 

17 de diciembre de 2012


                                    UNA NOCHE MAS

La jungla es feroz, y los fantasmas esconden sus miserias,
la inercia en la que viven crea destiempos, alrededores.
Todos duermen en la ciudad.
Una noche más, donde mañana existe solo para mí.
Hay bruma en el aire y nadie soporta el estallido.
Ningún ángel los visita, viven a expensas del demonio y este,
les va comiendo el cerebro.
Sin alas desconocen el brillo de las altas cumbres donde
el loco tiene su guarida.
Esclavos de los minutos siguientes, abatidas sus fuerzas, sin
motivos ciertos, nada encuentran.
Una falta esencial los hace mendigos del ser que llevan dentro
y mienten. Inocentes hablan de boludeces y luego duermen.
Creen saber lo que quieren y los satisface lo mínimo.
Insatisfechos e inseguros, poco importa la índole de sus decisiones.
No cruzan las grandes aguas y detenidos en la orilla,
partir será imposible.
Se tornan absurdos religiosos de dogmas y los repiten
No los toca la voz.
Aman el delirio siempre desde la misma escena.
Nadie viaja a ningún sitio, cambian de ruta, les da lo mismo
el mar que la montaña, el ocio de los vagos, o el trabajo duro
de un hombre iluminado.
Se asustan cuando en las noches, los perros no paran de ladrar,
y desatento, el animal que vive en ellos, una noche cualquiera
los devora.
A nada se someten en nombre de una libertad, que los hace vivir
en una cárcel con legajo de cadena perpetua.
El amor que conocen es ingenuo y los duendes,
no visitan su alcoba.
“La casa donde reposan los recuerdos, no reconoce
dueños, ni pertenencias del pasado, es una deuda
pendiente, un sueño inconcluso” 

LUCIA SERRANO 

15 de diciembre de 2012

UNION LIBRE

Mi mujer con la cabellera de fuego de los bosques
Con pensamientos de relámpago de calor
Con su talle de reloj de arena
Mi mujer con su talle de nutria en los dientes del tigre
Mi mujer con la boca de escarapela y de ramillete
de estrellas de un ínfimo tamaño
Con dientes de huellas de ratones blancos en la tierra blanca
Con la lengua de ámbar y vidrio frotados
Mi mujer con la lengua de hostia apuñalada
Con la lengua de muñeca que abre y cierra los ojos
Con la lengua de piedra increíble
Mi mujer con pestañas de palotes de escritura de niño
Con sus cejas de borde de nido de golondrina
Mi mujer con sus sienes de pizarra en un techo de invernadero
Y de vaho en los vidrios
Mi mujer con hombros de vino de champaña
Y de frente con cabeza de delfines bajo la nieve
Mi mujer con muñecas de fósforos
Mi mujer con dedos de azar y de as de copas
Con sus dedos de heno cortado
Mi mujer con axilas de marta y de bellotas
De noche de San Juan
De alheña
Con sus brazos de espuma de mar y de esclusa
Y de mezcla de trigo y de molino
Mi mujer con piernas de cohete
Con sus movimientos de relojería y desesperación
Mi mujer con pantorrillas de médula de saúco
Mi mujer con sus pies de iniciales
Con pies de manojo de llaves con pies de canarios blancos que beben
Mi mujer con cuello de cebada imperlada
Mi mujer con su garganta de Valle de Oro
Que se cita en el lecho mismo del torrente
Con sus senos de noche
Mi mujer con senos de albergue marino de topos
Mi mujer con senos de crisol de rubíes
Con sus senos de espectro de la rosa bajo el rocío 
Mi mujer con vientre del despliegue del abanico de los días
Con su vientre de garra gigantesca
Mi mujer con espalda de pájaro que en vertical escapa
Con espalda de plata viva
Con espalda de luz
Con la nuca de canto rodado y de tiza mojada
Y de caída de un vaso donde se acaba de beber
Mi mujer con caderas de barquilla
Con caderas de araña y de rabo de flechas.
Y de tallo de plumas de pavo real blanco
De balanza insensible
Mi mujer con nalgas de arenisca y de amianto
Mi mujer con nalgas de tomo de cisne
Mi mujer con nalgas de primavera
Con sexo de espadaña
Mi mujer con sexo de arenal de oro y de ornitorrinco
Mi mujer con sexo de alga y de viejo bombón
Mi mujer con sexo de espejo
Mi mujer con ojos llenos de lágrimas
Con ojos de panoplia violeta y de aguja imantada
Mi mujer con ojos de sábana
Mi mujer con ojos de agua para beber en la cárcel
Mi mujer con ojos de bosques siempre bajo el hacha
Con ojos de nivel de agua de nivel de aire de tierra y de fuego.


ANDRE BRETON


(el cuadro es de Henry Matisse "Odalisca")

11 de diciembre de 2012


Arder
(poema de Jorge Boccanera)

Cuando nos besamos trituramos un ángel.
Su última voluntad será nuestro deseo.
Tiempo habrá para escupir sus vidrios de colores,
su sombrero de plumas,
barajas manoseadas por tahúres y ahora

hay que hacerlo entrar,
ofrecerle licor (que él viene de morirse),
acercarle una silla (que lee en la oscuridad).

Dirá sus baratijas,
su forma de guiarnos al secreto de la vieja
estación.
Dirá que el vino está hecho de hojas secas,
que puede hacer un fuego con tu rostro y el mío.
(Ni un centavo de luz a su trabajo).

Cuando nos besamos desollamos un ángel,
un condenado a muerte que va a resucitar en
otras bocas.
No tengas lástima por él, sólo hay que hincar el
diente
y triturar al ángel.
Abrir tus piernas blancas y darle sepultura.
Arder
(poema de Jorge Boccanera)

Cuando nos besamos trituramos un ángel.
Su última voluntad será nuestro deseo.
Tiempo habrá para escupir sus vidrios de colores,
              su sombrero de plumas,
barajas manoseadas por tahúres y ahora

hay que hacerlo entrar,
ofrecerle licor (que él viene de morirse),
acercarle una silla (que lee en la oscuridad).

Dirá sus baratijas,
su forma de guiarnos al secreto de la vieja
               estación.
Dirá que el vino está hecho de hojas secas,
que puede hacer un fuego con tu rostro y el mío.
(Ni un centavo de luz a su trabajo).

Cuando nos besamos desollamos un ángel,
un condenado a muerte que va a resucitar en
                otras bocas.
No tengas lástima por él, sólo hay que hincar el 
                diente
y triturar al ángel.
Abrir tus piernas blancas y darle sepultura.

2 de diciembre de 2012

POTRO SALVAJE


      

Los recuerdos perturban
al salvaje potro del poema,
todo es visual,
                  insignificante,
                                desconocido,
clásico espejo sin mundo.

Desdibujado paisaje originario,
arquitectura absoluta del silencio,
rumor misterioso de la suerte.

Hueco húmedo,
detenida página sin rastro,
intemperie destronando
la altanería del oráculo.

Escenario frágil,
desteñido disfraz
condenado a no poder
escribir ese poema,
ignorancia de un universo sin compañía.

Látigo del desierto,
                horizonte peligroso,
                                     oleaje enfurecido.

Alimento desnudo,
voces galopando imposibles,
                         apariencia del eco,
                         temblor camino al paraíso.

LUCIA SERRANO