Jaén,
parada de carabanas, en Andalucía,
donde los
moros vivían de nosotros,
y nosotros
de ellos, por solo tener entre las horas,
los
recuerdos mas bellos de la infancia,
y
cantábamos juntos para beber un porvenir
inesperado
y audaz,
y también
para tener hambre de esa soledad
que tanto
reclamábamos en silencio.
No vino el
héroe a proponernos majestuosos
palacios,
ni tampoco fuimos nosotros,
vino la
alegría conocida de Jaén,
y aceptamos
esa vibración imaginaria.
Al borde de
cualquier precipicio,
pensábamos
en ella y nos salvábamos,
de
cualquier hombre o mujer, que solo
estuviese
en el mundo para no ver,
para no
pensar, no sentir, no vibrar como ellos.
Ni el
hierro, ni el herrero construyeron
las escaleras
que subimos aquel día,
al caer la
tarde,en Andalucía.
Lucía Serrano
Hola, Lucia:
ResponderEliminarRecuerdos de la infancia que nos hacen pensar en lo que fuimos y como se forjó nuestra existencia actual.
Un abrazo.
Tiempo ha.
ResponderEliminarUna forma especial de evocar los recuerdos. Besos
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