Querido:
Debo reconocer que te esperaba.
Inútil sensación sin cauce, río donde las aguas in-
tentan mezclar al ser que no teme derivas.
Desatada el alma, un interior perturba mis ideas.
Olores me convocan y nazco a la vida en un gesto
imprevisto.
Antiguas fierezas te reconocen habitante de la selva.
Anticipando tiempos, inventaba lo que nunca estaría.
Oculto las ansias de tenerte conmigo, me muestro
segura y despreocupa, sospecho senderos que llegan a las
puertas de una clave secreta, inatrapable para tu mirada, en-
tonces desvío y callo.
Es inevitable, una mujer desnuda, sacia siempre la
sed de un caminante.
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