LEONOR GARCIA HERNANDO: POETA
LEONOR GARCIA HERNANDO
poeta y tucumana (1955-2001)
Vivió una corta e intensa vida plena de compromiso político y sensibilidad.
Aquí van algunos de sus versos, inundados de pasión y de bronca.
poeta y tucumana (1955-2001)
Vivió una corta e intensa vida plena de compromiso político y sensibilidad.
Aquí van algunos de sus versos, inundados de pasión y de bronca.
INGRATOS
los objetos cayeron por la escalera, desentendidos de todo cuidado.
La arenilla de las cosas rotas, como líneas de cocaína en los escalones,
invitan a la fiesta inversa del desastre.
La puerta del balcón está abierta
y el frío colma los platos sucios olvidados sobre el mantel
los objetos cayeron por la escalera, desentendidos de todo cuidado.
La arenilla de las cosas rotas, como líneas de cocaína en los escalones,
invitan a la fiesta inversa del desastre.
La puerta del balcón está abierta
y el frío colma los platos sucios olvidados sobre el mantel
¿recuerdas cómo oscurecía mi frente bajo el sombrero de ala rota
o el dolor esa aguada esparcida en la noche donde un animal bebe apartado
porque su sed es de ese brillo de agua rara en la oscuridad
o el dolor esa aguada esparcida en la noche donde un animal bebe apartado
porque su sed es de ese brillo de agua rara en la oscuridad
la sospecha de que las cosas empiezan a empeorar es lo único que duerme sobre mi hombro
tranquila Leonor
los vidrios ya están rotos al fondo de la escalera
y asomada al barral
ves los destellos insignificantes de lo que tuvo un orden de belleza y utilidad.
Rabiosos insectos corren por los tabiques porque el ruido de lo que estallaba los quitó de la armonía
tranquila Leonor
serena como el criminal en el momento de quitar el cuchillo de entre los cubiertos
porque en tu mano los objetos pierden su inocencia
y en tu vida los sucesos se ordenan con crueldad
¿recuerdas la corrida en la media, a lo largo del muslo como una vena expuesta
y el sombrío perfume del tiempo que perdías contemplando actores de teleteatro en las tardes inmensas como otra patagonia en las sienes
eterno femenino
de fastidiados mechones humedecidos en la comisura de la boca
no pidas otro lugar que este descanso en lo alto de la escalera
donde verás el derrumbe de las construcciones;
como ocurre a esta altura de la vida
embebido en acetona el algodón con el que vas a quitarte el esmalte de los ojos.
tranquila Leonor
los vidrios ya están rotos al fondo de la escalera
y asomada al barral
ves los destellos insignificantes de lo que tuvo un orden de belleza y utilidad.
Rabiosos insectos corren por los tabiques porque el ruido de lo que estallaba los quitó de la armonía
tranquila Leonor
serena como el criminal en el momento de quitar el cuchillo de entre los cubiertos
porque en tu mano los objetos pierden su inocencia
y en tu vida los sucesos se ordenan con crueldad
¿recuerdas la corrida en la media, a lo largo del muslo como una vena expuesta
y el sombrío perfume del tiempo que perdías contemplando actores de teleteatro en las tardes inmensas como otra patagonia en las sienes
eterno femenino
de fastidiados mechones humedecidos en la comisura de la boca
no pidas otro lugar que este descanso en lo alto de la escalera
donde verás el derrumbe de las construcciones;
como ocurre a esta altura de la vida
embebido en acetona el algodón con el que vas a quitarte el esmalte de los ojos.
De El cansancio de los materiales (2001)
LEONOR GARCIA HERNANDO
La intensidad de las víctimas (fragmento)
así fue que estamos descorazonados
de qué hablar? Mira mi corazón como un puño cerrado
que quiere golpear
nada de Novios de muchachos que te corran la silla
nada de sutiles deferencias. Aquí hay aguada para que
descansen las bestias y sigan, en el polvo deshaciéndose;
manada que subyuga la sed y el hastío espanta
nada que retener un paisaje de cardos, el pobre azul
de esas flores que dilata el calor
será que estoy triste y el estallido de vidrios en el mosaico
acerca aquellos latidos
violáceo crespón escurriéndose entre paredones de
curtiembres
eran otros los sótanos eran otras
torturas
y la memoria, como reducidor de cabezas, aprieta sus
imágenes en cajas cada vez más estrechas
¿qué pedir ahora que pesó tanta sombra
sobre nuestros
suaves vientos estériles?
¿qué esperar ahora? La espumosa noche
crece como un mar de lonas negras
y son friolentos los dedos sobre las cucharas de plata, los
dátiles, sobre el lento cabello que la lluvia ilumina
derramado en la espalada
de tajos en la lengua son estos años,
de paladares negros de lobos sin idioma
¿para qué iniciar una conversación? Pídeme la vida que
es tan poca cosa en este país
esta pampa de sótanos donde ningún Señor pregunta a
Caín
“¿dónde está tu hermano?”
De Tangos del orfelinato/ Tangos del asesinato (1999)
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