Disuelvo en las arenas
los siete pecados capitales
y no hay caída, ni guerra
desangrando los pasos en la tierra.
No se alcanza la materia inerte,
y todos los campesinos
trabajan bajo el sol del mediodía
y mueren una noche cualquiera
de rodillas.
Inevitable es el horror del cielo
y tú estás sometido a ese fuego.
Sutil agita el ave su cordura
y no cae bajo el mármol rosa
de una luna llena.
Sin azar, ni fortuna,
miro y soy mirado
por un rostro insensato,
que se bien no es el mío.
Hay un dios que no duele
en las mañanas
e infinitos silencios
lo acompañan
Lucía Serrano
BUENAS TARDESSSSSSSSSS LUCIA QUE LINDO POEMA, QUE TERMINES GENIAL TU DIAAAAAAAAAAAA, SALUDOS DE TU AMIGO CHRISTIANNNNNNNNNNNN
ResponderEliminarQué infinita belleza bate sus alas en este poema. Calidad, estilo y talento! Brillante. Me ha encantado. Felicitaciones! Un abrazo.
ResponderEliminarHola Lucía:
ResponderEliminarEs la primera vez que entro en tu espacio, el primer poema tuyo que leo y me ha gustado mucho. No alcanzo a interpretarlo del todo ni a comprender las claves que encierran tus palabras, pero percibo mucho belleza entre sus lineas. Con tu permiso, seguiré leyendote en el afán de conocerte un poco más.
todos soportamos el destino de dolor, es uno de los encantos misteriosos, de ser humanos.
ResponderEliminary si, los dioses suelen callar ante el dolor, dejan que los hombres se alivien a si mismos.
un saludo cordial, estimada Lucia
"...Hay un dios que no duele
ResponderEliminaren las mañanas
e infinitos silencios
lo acompañan..."
Realmente, qué poderosa imagen. Un gusto.
impresionante
ResponderEliminarUn poema reflexivo, cargado de incomprensiones; capaz de atender el detalle de lo que se piensa es el olvido divino. Muy sobrio,con don de sencillez y apreciacion.
ResponderEliminarGracias por seguirme. Un gusto leerte.