21 de marzo de 2014

¡F E L I Z D Í A P O E S Í A!

ME DECLARO TU AMANTE

Centellea la esencia de tu marca,
en el vuelo del ave en las mañanas.
Piedra preciosa con la que investigo mi destino.
Tranquilo tiempo, joya poética,
amante de todo lo que crece.
Yo seré tu risa,
expectativas de un corazón que ya no pacta.
Mundo fatigado, que eligió el verso al olor de la rosa.
Ave marcando en su vuelo, tu ruta,
secreto placer que comparto contigo entre distancias.
Elevada forma en las riberas.
Lengua de un jardín sin límites,
casi una selva.
Una eternidad sin comienzos.
Un amor natural.
Cuando volví aquella mañana,
encendí todo tu rostro en el encuentro.
Fui marca obligada de una transmisión.
Unión soberana, brillo intergaláctico.
Mundos mirando esa mirada.

Lucía Serrano “Blues para la Corona” 1975-1995)



10 de marzo de 2014

SOLITARIO VÉRTIGO



Errantes palabras van y vienen,
como frutos maduros del conocimiento.
Infatigable apariencia.
Sombras de un follaje sin medida.
Frágil realidad.
Detención del tiempo persiguiendo
los instantes huecos,
la memoria que olvida este vacío

Imperturbable noche, donde bebo
los pensamientos de un desconocido
que habita mis horas.
Solitario vértigo de una lengua perversa,
que repite palabras,
marcas negras.
Sagradas constelaciones de esta pausa mortal,
donde están lejos las estrellas,
imposible alcanzarlas.

Hendidura que se desvanece, cálida.
Ironía lúdica donde somos títeres del tiempo.
Ruidos de la noche quieta.
Música dormida.
No soy yo, es otra la memoria sin desenlaces.

LUCIA SERRANO

9 de marzo de 2014

PROYECTO DE UN BESO

Te mataré mañana cuando la luna salga
y el primer somormujo me diga su palabra
te mataré mañana poco antes del alba
cuando estés en el lecho, perdida entre los sueños
y será como cópula o semen en los labios
como beso o abrazo, o como acción de gracias
te mataré mañana cuando la luna salga
y el primer somormujo me diga su palabra
y en el pico me traiga la orden de tu muerte
que será como beso o como acción de gracias
o como una oración porque el día no salga
te mataré mañana cuando la luna salga
y ladre el tercer perro en la hora novena
en el décimo árbol sin hojas ya ni savia
que nadie sabe ya por qué está en pie en la tierra
te mataré mañana cuando caiga la hoja
decimotercera al suelo de miseria
y serás tú una hoja o algún tordo pálido
que vuelve en el secreto remoto de la tarde
te mataré mañana, y pedirás perdón
por esa carne obscena, por ese sexo oscuro
que va a tener por falo el brillo de este hierro
que va a tener por beso el sepulcro, el olvido
te mataré mañana cuando la luna salga
y verás cómo eres de bella cuando muerta
toda llena de flores, y los brazos cruzados
y los labios cerrados como cuando rezabas
o cuando me implorabas otra vez la palabra
te mataré mañana cuando la luna salga,
y así desde aquel cielo que dicen las leyendas
pedirás ya mañana por mí y mi salvación
te mataré mañana cuando la luna salga
cuando veas a un ángel armado de una daga
desnudo y en silencio frente a tu cama pálida
te mataré mañana y verás que eyaculas
cuando pase aquel frío por entre tus dos piernas
te mataré mañana cuando la luna salga
te mataré mañana y amaré tu fantasma
y correré a tu tumba las noches en que ardan
de nuevo en ese falo tembloroso que tengo
los ensueños del sexo, los misterios del semen
y será así tu lápida para mí el primer lecho
para soñar con dioses, y árboles, y madres
para jugar también con los dados de noche
te mataré mañana cuando la luna salga
y el primer somormujo me diga su palabra.

Leopoldo María Panero

8 de marzo de 2014

                              HECHOS MEMORABLES

                                                                         René Daumal
                             

Acuérdate de tu padre y de tu madre, y de tu primera mentira
cuyo indiscreto olor se arrastra por tu memoria.

Acuérdate de tu primer insulto a los que te engendraron:
la semilla del orgullo quedó sembrada, resplandeció la fisura quebrando la unidad de la noche.

Acuérdate de los anocheceres de terror en los que el pen-
samiento de la nada te arañaba el vientre, y volvía sin cesar
para picotearte como un buitre; acuérdate también de las ma-
ñanas de sol en el cuarto.

Acuérdate de la noche de liberación en la que, al caer tu
cuerpo suelto como un velamen, respiraste un poco del aire incorruptible; acuérdate también de los animales pegajosos que
te han vuelto a aprisionar.

Acuérdate de las magias, de los venenos y de los sueños te-
naces -querías ver, te tapabas ambos ojos para ver, pero no
sabías abrir el otro.

Acuérdate de tus cómplices y de los fraudes en común y de
ese gran deseo de salir de la jaula.

Acuérdate del día en que desgarraste la tela y te apresaron
vivo, inmovilizado ahí mismo en la batahola de bataholas de
las ruedas que giran sin girar, contigo adentro, cogido siempre
por el mismo instante inmóvil, repetido, repetido, y el tiempo
no daba sino una vuelta, todo giraba en tres sentidos innume-
rables, el tiempo se cerraba al revés ( y los ojos de carne sólo
veían un sueño, sólo existía el silencio devorador, las palabras
eran pieles secas, y el ruido, el sí, el ruido, el no, el alarido
visible y negro de la máquina te negaba), el grito silencioso
"Yo soy" que el hueso oye, por el cual muere la piedra, por
el cual cree morir lo que nunca fue. Y tú no renacías a cada
instante sino para ser negado por el gran círculo sin límites,
todo pureza, todo centro, todo pureza salvo tú mismo.

Y acuérdate de los días que siguieron, cuando marchabas
como un cadáver hechizado, con la certidumbre de ser devo-
rado por el infinito, de ser aniquilado por la existencia única de
lo Absurdo.

Y acuérdate sobre todo del día en que querías arrojarlo todo,
de cualquier modo. Pero un guardián vigilaba en tu noche,
vigilaba mientras dormías, te hizo tocar tu propia carne, te
hizo recordar a los tuyos, te hizo recoger tus andrajos.
Acuérdate de tu guardián.

Acuérdate del hermoso espejismo de los conceptos, y de las
palabras conmovedoras, palacio de espejos construido en un
sótano. Y acuérdate del hombre que vino y lo rompió todo,
te tomó con su tosca mano, te arrancó de tus sueños y te obligó
a sentarte sobre las espinas del pleno día. Y acuérdate de que
no sabes recordar.

Acuérdate de que todo se paga, acuérdate de tu felicidad,
pero cuando te trituraron el corazón, era ya demasiado tarde
para pagar por adelantado.

Acuérdate del amigo que te tendía su razón para recoger tus
lágrimas brotadas de la fuente helada que violaba el sol
de primavera.

Acuérdate de que el amor triunfó cuando ella y tú supisteis
someteros a su fuego ansioso, rogando morir en la misma llama.

Pero acuérdate de que el amor no es de nadie, de que en tu
corazón de carne no hay nadie, de que el sol no pertenece a na-
die, ruborízate al contemplar el cenegal de tu corazón.

Acuérdate de las mañanas en que la gracia era como una
vara amenazadora que te conducía, sumiso, a través de tus jor-
nadas, ¡bienaventurado el ganado bajo el yugo!

Y acuérdate de que entre sus dedos entumecidos tu pobre
memoria dejó escapar el pez de oro.

Acuérdate de los que te dicen: acuérdate. Acuérdate de la
voz que te decía: no caigas. Y acuérdate del placer equívoco
de la caída.

Acuérdate, pobre memoria mía, de las dos caras de la me-
dalla. Y de su metal único.
                                                          

                                                       Poésie noire, poésie blanche

6 de marzo de 2014

Llueve en Buenos Aires....

Federico Garcìa Lorca

LLUVIA

La lluvia tiene un vago secreto de ternura,
algo de soñolencia resignada y amable,
una música humilde se despierta con ella
que hace vibrar el alma dormida del paisaje.

Es un besar azul que recibe la Tierra,
el mito primitivo que vuelve a realizarse.
El contacto ya frío de cielo y tierra viejos
con una mansedumbre de atardecer constante.

Es la aurora del fruto. La que nos trae las flores
y nos unge de espíritu santo de los mares.
La que derrama vida sobre las sementeras
y en el alma tristeza de lo que no se sabe.

La nostalgia terrible de una vida perdida,
el fatal sentimiento de haber nacido tarde,
o la ilusión inquieta de un mañana imposible
con la inquietud cercana del color de la carne.

El amor se despierta en el gris de su ritmo,
nuestro cielo interior tiene un triunfo de sangre,
pero nuestro optimismo se convierte en tristeza
al contemplar las gotas muertas en los cristales.

Y son las gotas: ojos de infinito que miran
al infinito blanco que les sirvió de madre.

Cada gota de lluvia tiembla en el cristal turbio
y le dejan divinas heridas de diamante.
Son poetas del agua que han visto y que meditan
lo que la muchedumbre de los ríos no sabe.

¡Oh lluvia silenciosa, sin tormentas ni vientos,
lluvia mansa y serena de esquila y luz suave,
lluvia buena y pacifica que eres la verdadera,
la que llorosa y triste sobre las cosas caes!

¡Oh lluvia franciscana que llevas a tus gotas
almas de fuentes claras y humildes manantiales!
Cuando sobre los campos desciendes lentamente
las rosas de mi pecho con tus sonidos abres.

El canto primitivo que dices al silencio
y la historia sonora que cuentas al ramaje
los comenta llorando mi corazón desierto
en un negro y profundo pentagrama sin clave.

Mi alma tiene tristeza de la lluvia serena,
tristeza resignada de cosa irrealizable,
tengo en el horizonte un lucero encendido
y el corazón me impide que corra a contemplarte.

¡Oh lluvia silenciosa que los árboles aman
y eres sobre el piano dulzura emocionante;
das al alma las mismas nieblas y resonancias
que pones en el alma dormida del paisaje!

3 de marzo de 2014

HABRÁ-SIEMPRE-ALGO QUE NO SE

Habrá-siempre-algo que no sé
y algo que no siento.
Esta penumbra de monótono circular
esa tenue sensación del viento en el caleactor,
lejos el hombre y su ciudad.

Habrá-siempre?-ese miedo a
no nacer: no haber nacido.
Cae la luz y el silencio
sobre los techos dormidos.

Amado y deseado el poeta no se esmera en ser
lo que lo ama.
Yace
y sobre su cuerpo
las palabras le laten,
dibujan su contorno.

Hablamos
y el oído amplifica o atenúa los sonidos
Difunde esas resonancias que te nublan
-en los días claros- todo el corazón.
Late fúnebre somnoliento y rasgado
necesita oxígeno, palabras que dicte la poesía,
rebosantes y rubicundas sobre
la piel y sus estragos.

Aunque el corazón se haga trizas,
-el poeta no es un cirujano-
siempre adelante
y luego
un poco más.

(Almafuerte de la infancia
alegre y colorida
ríos como de aceite
petrificados en el mar).

El poeta no se detiene
-tampoco es un asesino-
Avanza
y en el asombro de las nuevas combinaciones
todo el universo
para EL
es tierra prometida.
Propio o legendario
su movimiento es incesante
tampoco es peón
ni juega al ajedrez.
No tiene postura ni posición
Voz
Palabras precisas
modulación eficaz.
No tiene nada que decir
ciertamente el es lo que se dice
en lo que dice a otros.

Cuando sus palabras atentan contra mí,
nos quedamos a solas
Palabra contra Palabra
Sonido contra sonido,
hilos hilados y deshilados millones de veces
que aún muestran algunos muchos hilos más.
Nada de perdón, ni agua, ni tos,
conversación.

MARIA CHEVEZ (del libro "POEMAS Y LIBERTAD"
LAMENTACIÓN

Sueño y muerte. Las águilas tenebrosas,
se abaten, toda la noche, sobre esta cabeza:
la imagen áurea de los hombres,
podría ser devorada por la gélida ola
de la eternidad. Contra horribles arrecifes
se hace añicos el cuerpo púrpura.
Y la voz oscura se lamenta
sobre el mar.
Hermana de tempestuosa melancolía
mira: un bote receloso se hunde
bajo las estrellas,
bajo la cara silenciosa de la noche.

GEORG TRAKL (1887-1914)