ME
GUSTARIA HUIR ( a Pajarito Zaguri – 22/4/2013)
“Un pájaro que vuela
hacia arriba, no alcanza los cielos, pero
se eleva por encima de
los techos y así escapa” RUMI
Me gustaría huir para
quedarme, atravesar la bruma.
Genio iluminando la vida
detrás de las miradas,
destrozando olvidos que
clausuran el vuelo,
y agitan tenuemente la
agonía.
No querer triunfos
inmerecidos,
ser ligero como el tigre
alcanzando su presa,
evitar el horror de tener
que callar frente a la farsa.
Huir del poder que maneja
ebrios zarpazos extranjeros,
¡No necesitan nuestras
alforjas estar llenas!.
Me gustaría huir de los
posibles tesoros prometidos,
que no alcanzan la gloria
merecida.
Quisiera no tener vanidad
que acompañe mi nombre,
para vivir soñando la
llama que el amor posee,
suaves caricias, delicada
seda.
Huir de los miserables
que sin tener nada .
son reyes de un espacio
colmado por ellos mismos,
a su antojo, apariencias
de la verdad.
Me gustaría no tener un
único deseo y seguir
el camino aturdido,
borracho tránsito dionisíaco.
Aprender del incierto
abanico solitario,
del misterio como un
ingenuo niño
que deliciosamente juega
a ser mañana.
No temer a los pobres que
son célebres,
ni querer la monotonía de
todos los instantes.
No ser amable con el
torturador,
ni ser amigo de cualquier
farsante.
Levantar la cabeza para
mirar más alto cada día,
y esperar la salida del
sol que siempre llega,
sin pretender iluminar la
noche oscura con blasfemias.
Huir de lo que el tiempo
fue dejando atrás,
no volver a ningún sitio
con las manos atadas
sintiéndome culpable de
haber perdido algo,
de haberme equivocado.
No encender por las
noches fuegos innecesarios,
guardar lágrimas frente
al monstruo dorado de la suerte.
Festejar que los muertos
estén muertos, “lo que se fue, se vaya”.
Recordar el aroma de las
flores y no amar la tortura, ni las armas.
Ser como el cristal,
transparente frente a la transparencia,
y opaco frente a las
sombras que ocultan las verdades más altas.
Borrar a todo reino que
no tenga de alimento bálsamos para el alma,
y en las noches de
desilusión, estar con los amigos amables
contando cuentos que nos pertenecen,
historias del camino
donde el lenguaje manda.
Me gustaría huir del
silencio mezquino que tiene un único interés,
atacar por atrás más confiado,
destruir su inocencia.
Me gustaría apagar las
luces cuando no queda nadie y esperar
manantiales gloriosos que
nos serán ofrecidos
en cada reposo donde
detengamos el paso,
para seguir viajando
hasta el final del recorrido.
No perdonar al traidor,
desenmascararlo,
no temer que la voz se
ahogue en sangre,
que los estériles gestos
desalmados sean ajusticiados.
Un día el mundo será para
los santos, vasto jardín sembrado,
en cada puerto se
escuchará,
el canto matinal del viento
sin naufragios.
Huir tendrá sus
recompensas,
festín para los mendigos
cuando llegue el rey
y sean vistos los justos,
los amantes, los sabios.
Nadie aceptará la limosna
ofrecida por tercos oficiales
de un mundo que se
desploma frente a la claridad astral.
El valor de las joyas no
se pierde en el fango, y el brillo
lo guarda para ti el
amigo, el hermano.
Quisiera huir de mí, para
encontrarme.
Lucía Serrano
Lucía Serrano