3 de junio de 2016

EDGAR BAYLEY

COSTUMBRES DE LOS ALCOBRANES

no sé mucho de pájaros
sospecho sin embargo que no eres un albatros
un alcobrán más bien de fino plumaje negro
tus alas de gigante te permiten volar
y te quedas retenido en esta casa
te arrastras de una a otra habitación
no entiendo qué te impide fugarte
hablamos poco lo indispensable
y yo es verdad me olvido de tu presencia
te dejo abandonado durante semanas enteras
tú te buscas tu alimento arreglas tu lecho
no me das trabajo y como yo hablas muy poco
no sé cómo apareciste en mi casa
y además si alguien supiera que aquí hay un alcobrán
qué contrariedad qué de explicaciones rebuscadas
pero no me molesta ni tu fija y brillante mirada
ni tus garras ni tus alas ni las raras veces
que hablas de tus viajes
yo sé sin embargo que los alcobranes cambian mucho de personalidad
que a veces se vuelven habladores
y tanto pueden ser simpáticos corteses hábiles y atractivos
y brillar en sociedad
como volverse ásperos torpes insolentes agresivos y coléricos
que tanto pueden divertir con sus cómicas piruetas
como asustar con sus violentos estallidos
que pueden ser humildes amables y pacientes
como intemperantes y suciamente orgullosos
o inteligentes y de una gracia atractiva y bondadosa
o de ingenio lerdo desmañados y de crueles intenciones
pero sé también que los alcobranes padecen por sus errores en sociedad
y que el amor que no pueden expresar ni ejercer
es su verdad más honda la única inalterable
por eso es muy posible aunque no te lo he preguntado
que después de muchos viajes y experiencias
prefieras para no causar involuntarios inevitables males
mantenerte apartado en esta casa
porque sabes que no hay fiesta posible
ni otra vía que la soledad y el olvido


De Celebraciones (1968-1976)