LA SANGRE QUE FALTABA
Con los ojos de la niñéz,
ignoro que fuego hay también en el cielo.
Encuentro en la monotonía de un amor pequeño,
la anatomía de un animal salvaje,
enfurecido por la nebulosa locura
que hay en los encierros.
Ni tú, ni yo, ni él, escalamos
indecisos los rincones del tedio
que tiene un alma solitaria,
y oculta toda furia, cayendo
en sus mejillas con máscaras.
No reconozco que el amor fue
la clínica donde castraban
a los niños recién nacidos
para que no sea posible ver
crecer el oro en las espigas
y las señales buscaban en las venas,
la sangre que faltaba
Lucía Serrano
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