12 de mayo de 2013

EL OLOR A POLVORA



El olor a pólvora,
me hizo saber que habías muerto.
Los hombres que rodeaban,
las mesas vecinas,
abrían la boca para decir tu nombre
y sobraban las letras en la frase.
Ninguno recordó el nombre
de tu primer libro,
nadie siguió escribiendo,
la grandiosa novela del río sin orillas.
Sólo hubo conversaciones por tu pérdida.
Frente a tu tumba, nadie lloraba,
Ninguna palabra recorrió la metralla de tus libros.
La memoria traía telarañas,
sangre petrificada,
tambores del viento,
dolores abandonados,
máscaras frente al fuego.
Miré la calle, donde imaginé,
habías caminado la última vez,
a solas, andar lento,
y a pocos metros, vuelta a casa,
tinta, papel y aquel olor eterno.

LUCIA SERRANO

2 comentarios:

  1. El poema tiene una gran atractivo a pesar de las muchas interpretaciones que admite, o precisamente por su ambigüedad.
    Saludos.

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