La ira de los amigos tapizaba las apariencias.
Intemperie del amor que atropellaba al poeta,
ofreciéndole tesoros, trampas inciertas.
Brillaban los antojos de la muñeca quieta.
Ella era todos los ángeles que no deseaban nada.
Amantes de la magia.
Deliraban estrellas brillando en las mañanas,
y ya no había noche que protegiera la vida del poeta.
Ambicionando silencios, todos fueron gritos,
futuros jardines eternos.
Descansaba a nuestro lado una promesa santa,
una quimera al alba, pronunciación del eco.
Rancios perfumes de los amantes abandonados.
Oscilaban placeres bárbaros, absolutos de la creación desconocidos.
Pequeña vidriera homenajeando al Poeta.
Deslumbran tus altas capacidades.
Tu puñal abre caminos vírgenes, pasos rodeados de blancas amapolas.
El viento vuelve y hace del clima amado, torbellinos.
¿Y donde fue el poeta? Nadie contesta.
Se termina la fiesta.
Alguien mira al abismo con lágrimas,
que caen por los costados del cuerpo
y grita, piedad sin ser visto.
(del libro de Lucía Serrano "REVIENTE")
Un extracto muy significativo, Lucía.
ResponderEliminarMe dejas con la miel en los labios, buscare el libro, y te dejare mis impresiones, aunque solo que este pequeño extracto, sé que serán magnificas.
Muchas gracias por tu compañía en mis silencios y desvaríos nocturnos
Besines y sonrisas
Unas letras profundas y conmovedoras... hermosas!!
ResponderEliminarBesitos
y ya no había noche que protegiera la vida del poeta.
ResponderEliminarQue frase significativa, a veces el día parece un adversario.
Me intriga tu poesía
un abrazo
Lucía Serrano, cuanta fuerza tienen tus versos. Fuerza y dulzura que llevan a vivir lo que narras
ResponderEliminarAbrazo