21 de julio de 2010

CADA MAÑANA

Desconozco el ocaso de los veranos,
la sinrazón
de los amantes ebrios.
Vuelvo del viento entre las olas,
los sueños indican
la ruta conocida.
Con ansias, el mundo se
eterniza en las palabras,
las lágrimas no derramadas,
recorren la loca investidura
de un hombre más.
Así, sin guías,
todas las calles me pertenecen,
el idioma me inventa entre
sus valiosos estandartes,
de un país desvelado,
que crece en mis orillas,
cada mañana.

Lucía Serrano

1 comentario:

  1. Me encanta este poema,cuando se refiere a las lagrimas no derramadas,es la aprte que más me atrajo.Te felicito!

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