19 de noviembre de 2010

DESCARRILANDO MI DESTINO

Soberbio el corazón de la bestia feróz, apasionada por matar
lo muerto, entretiene a las almas caritativas que nada tienen
para dar y guarda lágrimas para los que merecen llorar
embriagados por valores ausentes.
Los tambores insisten con su música en aturdir a los vencidos,
deseando que el viento norte, vuelva a descarrilar con ansias
todos los imprevistos.
La autoridad del cuerpo espiritual que no cumple rituales,
entona alabanzas para las claridades del ángel.
Sentidos en llamas danzan entre las muchedumbres gritando
a los aires guardianes:
¡Los rezos no alcanzan para transformar el alma!
¡No acordemos jamás con la pobre belleza de un alma solitaria
que no ama!
¡No respeten lo muerto!
El espíritu se hunde en un abismo amargo, deseoso de
encontrar riquezas interiores, para amar víctimas inocentes
del rebaño.
Sin ningún remordimiento, el corazón salvaje distraído por la
piedad del caos, ridiculiza los lamentos.
Como nadie llegó conmigo a tanta altura, quiero seguir hasta
mi muerte aunque nadie lo quiera, descarrilando mi destino,
bajo el negro cielo, donde brille la última sonrisa.

(del libro de Lucía Serrano "Mística del Caos"

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