19 de septiembre de 2011

TRISTEZAS QUE TIENE LA OSADIA




La evidencia de seguir viviendo, abre espacios y tiempos
que nos embarcan en una nave frágil.
La cronología deja de funcionar, lo que fue deja de ser.
El amor, vuelve soberano a cerrar las heridas de amor.
Las palabras no son definitivas, y ciegas frente al camino
por venir, un fluir comienza.
Detesto todo progreso que me aleje de los seres amados.
Las malas acciones, evidencian la inutilidad de todas las
razones.
Claridad del ojo reprochando los desencuentros.
Hay lo inconfesable cuando estoy triste.
Silencio quise, oscuridad para el que lo vió todo, sordera
del que aturdido gritó muy fuerte, como un loco, asustando a
los hombres que sólo necesitaban del amor su poder.
Cuando estoy triste, prefiero embarcarme en aquella nave
frágil y yo con ella.
Olvido los rumbos y soporto esa deriva hasta la próxima vez.
Jóvenes pensadores del futuro con alocadas pasiones, in-
sisten en vernos juntos sin testigos prisioneros, que todo lo or-
ganizan por el temor a perder.
La separación es un triunfo de la ambivalencia.
Recuerdo que amarte fue mi mayor delirio. Se acercaban
a mi escucha, signos que nadie conocía, para contarme el
plan que nos unía pero tuve que callar.
Sabía que el Día del Juicio, el Soberano Bien tendrá la
palabra final.
Deseando mostrarles a todos la luz de tanta maestría, des-
perté en lo que nos rodeaban, sentimientos bárbaros, deseos
de muerte y salvajes caballos alados alejaron mis pasos.
Para estar juntos, tuvimos que separarnos
Tristezas que tiene la osadía.

LUCIA SERRANO

(del libro “Blues para la Corona” - Bs.As.-Argentina – 1995)

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