4 de marzo de 2013


EDGAR BAYLEY – Argentina 1919
EL CIELO SE ABRE

el cielo se abre para contener la cabeza y las manos
del hombre que sueña
él está muy cerca de los árboles
está muy cerca del silencio y de los días que hablan
constantemente

a veces del aire llegan unas luces violentas
son ríos que obligan a saludar de lejos y a cerrar
los postigos hasta que la noche pase

es demasiado tarde pero la edad ofrece siempre
espacios nuevos que puedes recorrer en
todas direcciones
espacios palpables y acompasados como los relojes
de pared
espacios que tú solías hundir en la fuente hasta el
fondo hasta el lecho donde el agua esconde
sus profecías su memoria de jornadas puras
espacios abiertos a la claridad del deseo

aquí las horas adquieren nuevas costumbres
en el interior de las horas el amor sonríe y arroja al
viento tus secretos
son episodios desconocidos que la boca de un
adolescente narra susurrando

cuando abro los brazos es que he llegado a una nueva
provincia del día situada junto al canto del gallo
y el ramaje de los árboles
el día con millones de ríos deja fluir sus manos hacia
todos los rincones del universo
en cualquier lugar puede encenderse la palabra que nos
permita ver entrar el corazón de la madera
en el mar de tu mano
extensión del instante bella confabulada
una voz todavía para que el aire deje libre los fuegos
del alba y otra vez para siempre sin nombre
la espera y el sueño se confundan

no diré tu nombre no me importa quedarme vacío
nuevamente después de haberte visto
deja al sueño subir y que él hable solamente

un país un país adonde llegan las luces del vaso y la
ventana y todo recomienza en el corazón y
en las manos


AMIGA QUE DESCUBRES
QUE REVELAS

amiga que descubres que revelas
entre las ramas y la caída brusca del sueño
y el diurno ascenso y el remolino
y los derrumbes y los rastros y todo el sabor y la marea

amiga que llegas y nombras
y conoces el sol y la penumbra
y el ojo del éxtasis y el radiante sapo

amiga tierra
inocente despierta
en el filo del mundo
me acerco a tu flor carnívora
y al bosque y a la lluvia
al espíritu santo
y a la empañada cúpula de vidrio
púrpura de agonía de la victoria temblorosa
descubridora perdiz de hielo ardiente ausencia
eternamente voz y cebra y rosa y nácar
y zapallo y espuma y crujido de grillos entre el pasto

para decir toda tu llama
el reino de tus celdas transparentes
no basta mi amor ni mi palabra
ni las puertas
ni el sonido de unos tallos azules
quizá mi esperanza alguna taza o el ramaje del día

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