14 de junio de 2014

FELIZ DIA DEL PADRE PAPÁ - 15 de junio 2014

RASGOS DE LA INFANCIA

Rasgos de la infancia, fueron una anterioridad que no tuve en
días posteriores y no pude renunciar hasta encontrar, tanta belleza
desacostumbrada.
Mi padre era un señor, dibujante de formas con su cuerpo, todo
un artista, un hombre sin el tiempo.
Bailarín profesional, no tuvo caídas.
Nunca más fui tan feliz, como cuando subía con él a las montañas.
Lo angustiaba no poder complacerme a cada instante, más no in-
tentaba.
Los rasgos de la infancia, siempre vuelven a sorprender mis pasos.
Mi padre, rey del espacio que dibujaba, murió en una noche don-
de ya no bailaba.
Sin poder comprender que hay más formas, más movimientos, ri-
gidizó su cuerpo, se hizo todo espíritu, se hizo manso al tiempo y
también se hizo el muerto.
Desde entonces suspendí la certeza de la muerte, esperando volver
a verlo algún día entre la niebla.
Su retrato guardó en mi alma, todos los secretos que construyeron
entre risas sus palabras.
Después, llegaron los días donde él no estaría.
Yo recordaba las rosadas tardes al sol, las noches plateadas por
la luna, el último tango sin cansancio.
Su ausencia de formas, su instantaneidad.
Parecía no tener ni pasado ni futuro y en el presente, siempre era
otro.
Tenía pocas responsabilidades, porque aprendió a pactar con la
verdad.
Aceptaba propuestas que nadie se animó a hacerle.
Amaba a las mujeres, sobre todo a la suya.
Una voz, una intención, detenían sus pasos.
Nunca pedía lo imposible, tal vez lo haya tenido.
Y con ese saber que conocía, yo quería vivir en mi camino, hacerlo
grande, un genio, un bailarín, o un asesino.
Mi ambición fue suprema, el dolor vino después, colado con los
restos de lo que nunca atrapará el saber.
Y así como esa noche se terminaba el mundo, he quedado en el
mundo sin su amor y siento más que nunca que me amaba.
Un gigante del sol en horizontes vírgenes, vendedor de ilusiones
por las noches, fueron días de muchas alegrías, de confusión, de éx-
tasis, de agonías.
Cuando su cuerpo se pudría en el seno de la tierra, no encontré
paz, no encontré eco, no encontré bienestar, no lo encontré nunca
más.
Sólo escuché su voz en la distancia, nombrando el silencio que
anuncia los misterios.
Centelleante latir, repitiéndose en la fijeza de la voz.
Una eternidad suficiente, pausas del tiempo, un impalpable.
Afiebrados latidos del corazón, hicieron que un día me tragara todo
su amor de golpe.
Extravagancia, aceptando ser la realeza de una pasión delicada.

LUCIA SERRANO "BLUES PARA LA CORONA"

1 comentario:

  1. LUCIA,

    Estou seguindo você também!

    Obrigado por esta emoção, pois está muito difícil viver de emoções nesta sociedade cada vez mais complexa,confusa,ilógica ,enfim...

    Um abração carioca nesta poeta,psicanalista e mulher.

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