No existen dos clases de poesía. Sólo hay una.
Existe una convención poco tácita entre el autor y el lector por lo cual, el primero se denomina enfermo y acepta al segundo como enfermero.
¡El Poeta es quien consuela a la humanidad!
La poesía que discute las verdades necesarias, es menos bella que las que no las discute.
Indecisiones a ultranza, talante mal empleado, pérdida de tiempo, nada será más fácil de comprobar.
¡Oh saltimbanquis de los malestares incurables!
Cada vez que he leído a Shakespeare, me ha parecido que desgarraba el cerebro de un jaguar.
El sueño es una recompensa para algunos y un suplicio para otros.
Para todos es una sanción.
El hombre es tan grande que su grandeza se revela, en que no quiere reconocerse miserable.
Cuando escribo, mi pensamiento no se me escapa.
Esta acción hace que me acuerde de mi fuerza, de la que siempre me olvido.
Me instruyo en proporción a mi pensamiento encadenado.
Tiendo solamente a conocer la contradicción de mi espíritu con la nada.
El corazón del hombre no es imperfecto, ni caído, no es más que un gran misterio.
El pensamiento no es menos claro que el cristal.
La poesía debe tener como fin, la verdad práctica.
(CONDE DE LAUTRÉAMONT - Isidore Ducasse - nace en Montevideo el 4 de abril de 1846 y muere en Montmartre - París, en 1874, a los 28 años)
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